Alcanzar un futuro mejor y vivir en un mundo más sostenible. Esos son dos de los principales objetivos de la economía circular, un sistema que deja atrás el antiguo concepto de usar y tirar y que pone el foco en la reutilización de los recursos, con el fin de darles una nueva vida.
Hasta hace poco, la gestión y producción de los recursos y materiales había potenciado el consumo a corto plazo y eso estaba llevando el planeta a una situación insostenible. Situación que requería un cambio, un revulsivo que hiciera que la cadena de producción dejara de ser lineal; o lo que es lo mismo, dejar a un lado el tradicional esquema de usar y tirar.
Y es con la economía circular como se está dando ese paso más, potenciando el uso de recursos naturales renovables y promoviendo pautas para incrementar la eficiencia global de los procesos productivos. Todo ello con el foco puesto en la búsqueda de formas innovadoras de consumo sostenible.
Los neumáticos (con componentes como el caucho, el metal o la fibra), el vidrio, el aceite industrial usado, los plásticos o el corcho son algunos ejemplos de productos que se acercan de manera muy aproximada al concepto de economía circular.
Materiales que son sostenibles por sí mismos porque, una vez concluido el uso principal para que el fueron concebidos, pueden ser reutilizados. Alargándose de esta manera su vida útil y favoreciendo con ello el ciclo sostenible en el que se basa la economía circular.
Cada vez son más las empresas que ponen el foco en el aprovechamiento de los recursos y la reducción de las materias primas que utilizan en sus procesos productivos, para ofrecer un servicio eficaz, eficiente y a la vez respetuoso con el medio ambiente. Empresas que trabajan usando materiales sostenibles cuyo óptimo tratamiento ofrece resultados impecables, garantizando la sostenibilidad y reduciendo el impacto en el medio ambiente.
Un sistema de economía circular que actualmente está en boga y que debe hacer que el mundo en el que vivimos sea cada vez un poco mejor.