El ritmo y la intensidad del mundo global en el que vivimos actualmente dan vértigo. Todo parece estar al alcance de la mano y la premura y la inmediatez que esto exige, hace que desde muchos sectores se descuiden aspectos fundamentales como los derechos sociales, laborales o el cuidado y respeto por el medio ambiente.
En el marco de esta sociedad globalizada, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) nació como una herramienta que debe servir precisamente para aminorar el impacto negativo que el trabajo de las empresas (pequeñas y medianas, pero sobre todo grandes) puede llegar a ejercer sobre estas importantes áreas.
La asunción de compromisos como la sostenibilidad, la transparencia o el empleo de calidad, entre otros, ha de ser el objetivo a alcanzar por aquellas empresas que asumen la RSC y cuyo trabajo diario debe tratar de repercutir de forma beneficiosa: en los procesos productivos que realizan, en el entorno que las rodea y en la calidad de vida de sus trabajadores y de la humanidad en general.
Y uno de los grandes estándares por los que desde algunas empresas se está apostando es por el respeto por el medio ambiente. Algo que se consigue mediante la evaluación permanente que los impactos que sus ciclos productivos provocan en el mismo.
Empresas como RNC llevan esta Responsabilidad Social Corporativa por bandera, apostando en todo momento por la sostenibilidad de sus productos, fruto de la economía circular, que garantizan el mínimo impacto en el medio ambiente.
Un medio ambiente que luchan por respetar al máximo tratando siempre de mejorar sus procesos productivos y usando racionalmente sus recursos, siempre trabajando de acorde al marco legislativo ambiental existente.
Una lucha que debe ser un referente para todas las empresas y sectores. Una RSC que ha de guiarlos para que su trabajo conlleve los máximos beneficios posibles para un mundo que cada vez va más deprisa y necesita la responsabilidad e implicación de todos para su mantenimiento.