Asegurar la conservación y el uso sostenible de los ecosistemas; aplicar un marco de consumo y producción sostenibles; lograr el uso eficiente de los recursos naturales y adoptar prácticas sostenibles en las empresas; o mejorar la producción y abogar por un consumo eficiente y respetuoso.
Nueve años son los que restan para conseguir alcanzar estos objetivos de desarrollo sostenible, y algunos otros marcados por la Agenda 2030, con la finalidad de atajar a los principales problemas de índole social, medioambiental y económica que afectan a la sociedad actual.
2030 es el Horizonte marcado por las Naciones Unidas y los países que la conforman para alcanzar ese mundo en el que prime el cuidado de las personas y del planeta, tratando los recursos de los que disponemos de una forma sostenible.
Para ello es necesaria la acción global y que, por primera vez en mucho tiempo, se den la mano entes públicos y empresas privadas, ONGs, universidades, sindicatos… encaminándose a conseguir juntos el mismo fin: acabar con la desigualdad en los diferentes ámbitos de la vida (social, laboral, educativa o medio ambiental).
Hace ya unos años que las empresas europeas se pusieron manos a la obra en ese sentido, incorporando o intentando incorporar uno o varios de esos objetivos de desarrollo sostenible a sus estrategias empresariales y a sus principales actividades de negocio.
Y en el marco de este proceso, para conseguir llegar a ese Horizonte 2030, las empresas están buscando pasar de la economía lineal a la circular. Están apostando por el uso de la energía limpia para alcanzar ese futuro sostenible; e intentando reducir el impacto medioambiental en sus procesos productivos.
Además, entre otras líneas de trabajo, abogan por proteger la salud de los ciudadanos y por invertir en educación, ciencia, tecnología, investigación… Una apuesta decidida para poner su granito de arena en ese proceso global que busca mejorar la sociedad y el mundo en el marco de ese Horizonte 2030, que ya está a la vuelta de la esquina.
Este es el claro ejemplo de Poolymer, empresa que ha apostado por la sostenibilidad y por esa economía circular para aproximarse a los objetivos marcados por la Agenda 2030; usando productos que descontaminan los Óxidos de Nitrógeno (NOx), eliminan los Compuestos Orgánicos Volátiles y, entre otras muchas acciones positivas con el medio ambiente, reducen la huella de carbono.
Una muestra de ese trabajo que se debe ir haciendo desde todos los sectores de la sociedad para acercarse a un mundo en el que, como reza el lema del Horizonte 2030, “no se deje a nadie atrás”.